Los kernel exploits son ataques que aprovechan vulnerabilidades en el kernel de un sistema operativo, que es la parte central del sistema encargada de gestionar los recursos del hardware y del software. Estos exploits pueden permitir a un atacante obtener control total sobre el sistema afectado.
Manteniendo el sistema operativo y el software actualizados, utilizando herramientas de seguridad que monitorean comportamientos anómalos y aplicando principios de seguridad como el menor privilegio.
Dado que el kernel opera con el nivel más alto de privilegios en un sistema, un exploit exitoso puede dar al atacante control total sobre el sistema, permitiéndole modificar, eliminar o robar datos, instalar malware, o crear backdoors.
Pueden ser difíciles de detectar debido a su naturaleza de bajo nivel y la capacidad de ocultar su presencia. Herramientas de seguridad avanzadas y monitoreo constante son necesarios para su detección.